En su nueva exposición titulada “Internet Giants: Masters of the Universe”, los artistas británicos Ben Langlands y Nikki Bell exploran el poder sin restricciones de Facebook y otras grandes empresas tecnológicas. Esta muestra, que se lleva a cabo en la Galería Ikon de Birmingham hasta el 10 de junio, marca el 40º aniversario de la colaboración entre Langlands y Bell.
La exposición presenta una serie de retratos altamente pixelados de los principales actores de la industria tecnológica, acompañados de las frases por las que son más conocidos. Desde “Queremos que Google sea la tercera mitad de tu cerebro” de Sergey Brin hasta “No es un experimento si sabes que va a funcionar” de Jeff Bezos, se presentan como iconos hagiográficos de la era digital. Sin embargo, el retrato que más destaca es el de Zuckerberg, con la frase “Estoy tratando de hacer del mundo un lugar más abierto”. A la luz de los recientes acontecimientos, esta frase resulta inquietante.
Langlands señala que él y Bell sintieron que esta frase era siniestra cuando la leyeron por primera vez en el perfil de Facebook de Zuckerberg hace algunos años. Hace referencia a la novela “El Círculo” de Dave Eggers, una sátira de la industria tecnológica, y a la idea orwelliana de que la privacidad es un robo, que las personas que no están dispuestas a compartir sus detalles más íntimos están privando a los demás. “Se les hace sentir culpables por no dar acceso a sus pensamientos o deseos más íntimos”, dice Langlands. “Cuando Zuckerberg dijo esto, debía saber exactamente de lo que estaba hablando. Está diciendo: ‘No puedes ocultarme información, quiero tener acceso a toda la información sobre ti’. No está siendo transparente acerca de sus motivos”.
El enfoque de Zuckerberg ante lo que él llamó la “situación” de Cambridge Analytica no sorprendió a Langlands y Bell, ya que llevan años trabajando sobre la estrategia cuasi-religiosa de la industria tecnológica. La “situación” no les ha sorprendido.
La exposición de Langlands y Bell nos invita a reflexionar sobre el poder y la influencia de las grandes empresas tecnológicas en nuestras vidas. Nos hace cuestionar si realmente estamos dispuestos a sacrificar nuestra privacidad y entregar nuestros datos personales a cambio de la comodidad y las promesas utópicas que nos ofrecen.