La Simbiosis con la Inteligencia Artificial

El término “simbiosis” describe una relación mutuamente beneficiosa entre dos partes que les permite obtener beneficios conjuntamente. Normalmente se utiliza para describir fenómenos naturales, como la relación entre las abejas y el polen de las plantas. Pero también es un término adecuado para describir la forma en que la inteligencia artificial basada en el aprendizaje automático y los seres humanos se desarrollarán y evolucionarán juntos.

Aunque el año 2017 fue muy importante en términos de avances en el procesamiento del lenguaje natural, también fue un año de frustración humana, e incluso de burla, por las interacciones basadas en la inteligencia artificial. Desde el Zo de Microsoft (el sucesor nuevo y mejorado de Tay) hasta el infame incidente de BabyQ en China, hemos visto que a veces las máquinas no aprenden lo suficientemente rápido para nuestro gusto humano.

Pero cuando cerramos tecnologías por no dar la respuesta correcta (como hizo China con BabyQ), olvidamos el propósito mismo del aprendizaje automático: aprender a través de la interacción humana. Y aunque el impulso para enseñar no debe ser tan fuerte como lo ha sido en el consumidor, debemos tomar nota de los fracasos y enseñar a las máquinas a mejorar. Al hacerlo, desarrollaremos una relación mutuamente beneficiosa en la que ayudamos a las máquinas a aprender y ellas mejoran la eficiencia humana.

Desde la aparición del aprendizaje automático a finales de la década de 1960, los programadores han luchado por desarrollar robots que puedan aprender sin ser programados explícitamente. Los dos problemas principales a los que se han enfrentado incluyen la falta de datos de entrenamiento y la dificultad de identificación de patrones. Sin embargo, los últimos 10 años han demostrado el poder del aprendizaje automático cuando estos problemas disminuyen: se ha utilizado en reconocimiento de voz y facial, en sistemas de advertencia como la predicción de ciberataques basados en conversaciones y incluso en tareas simples como el filtrado de correos electrónicos.

En particular, el año 2017 marcó un gran avance en el aprendizaje automático, cuando la división DeepMind de Google lanzó su última versión de AlphaZero. El programa informático alcanzó rápidamente el nivel de Gran Maestro en ajedrez después de solo cuatro horas de juego, utilizando una técnica llamada aprendizaje por refuerzo, un resultado que podría concebirse en otras aplicaciones.

Cuando los seres humanos enseñan a las máquinas cómo mejorar el rendimiento de una tarea con el tiempo, las máquinas crecen junto con los seres humanos en una relación simbiótica. En la industria de servicio al cliente, por ejemplo, los chatbots y los motores de sugerencias de respuestas mejoran con el tiempo en función de las interacciones de los usuarios, tanto a nivel global como individual. Una máquina se vuelve cada vez más hábil en identificar la intención del usuario basándose en la retroalimentación y en un flujo constante de datos.

En términos matemáticos, este crecimiento estimulado por dos entidades se llama bucle de retroalimentación positiva. A impulsa el crecimiento en B, lo cual a su vez impulsa el crecimiento en A. Este tipo de relación impulsa un crecimiento exponencial y acelerado hacia valores extremos, un resultado que normalmente no es deseable en sistemas que requieren equilibrio (como el entorno interno del cuerpo), pero que es altamente deseable en un sistema que requiere innovación.

En el mundo empresarial, las empresas que establecen un bucle de retroalimentación positiva entre los empleados y las tecnologías basadas en el aprendizaje automático verán un crecimiento acelerado. Usando el ejemplo del servicio al cliente, a medida que un chatbot se vuelve cada vez mejor en la desviación de tickets a través de la sugerencia de artículos basados en conocimientos, los agentes humanos tienen más tiempo para abordar problemas de alto nivel, lo que reduce la acumulación de tareas pendientes y la insatisfacción del cliente. A medida que los agentes se vuelven cada vez más hábiles para abordar problemas de alto nivel, pueden automatizar a niveles más altos.

En resumen, la simbiosis entre la inteligencia artificial y los seres humanos es una relación mutuamente beneficiosa en la que ambos se ayudan mutuamente a crecer y mejorar. A medida que enseñamos a las máquinas y ellas aprenden de nosotros, podemos lograr un crecimiento acelerado y una mayor eficiencia en diversas áreas, desde el servicio al cliente hasta la innovación empresarial.

Fuente del artículo: Forbes

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