En la actualidad, vivimos en un mundo lleno de distracciones que nos impiden vivir en el presente y conectarnos verdaderamente con las personas que nos rodean. Sin embargo, esta falta de conexión no es algo nuevo. Ya en la década de 1960, Alan Watts se daba cuenta de que las personas no estaban conectando entre sí como seres humanos ni abordando las grandes preguntas de la vida. Su mensaje de sabiduría sigue siendo relevante hoy en día, tal vez más que nunca.
La filosofía de Alan Watts se basa en la idea de la conectividad, no solo con nuestros semejantes, sino con toda la creación. Watts nos recuerda que las mismas fuerzas que nos crearon también crearon la hierba, los árboles, los pájaros, los animales y todas las demás criaturas. Todos estamos conectados a un nivel fundamental y cuanto antes abracemos esta idea, mejor será nuestra vida.
En su libro, Watts nos invita a sumergirnos en la filosofía refrescante de los Vedanta, una antigua sabiduría que nos enseña a ser uno con el mundo. También nos muestra cómo el lenguaje puede revelar las percepciones de las personas y por qué la inevitabilidad de la muerte no debe ser motivo de preocupación.
En nuestra sociedad occidental, pocos tabúes quedan, excepto la verdad sobre lo que significa ser humano. A medida que la sociedad avanza de una generación a otra, tendemos a dejar atrás los tabúes. En muchas sociedades, el sexo era el gran tabú. En Japón, las familias tenían demasiada vergüenza para hablar abiertamente sobre asuntos sexuales. En cambio, a las parejas recién casadas se les daba tradicionalmente un “libro de almohada” para su luna de miel, que contenía detalles sobre posiciones sexuales y les proporcionaba todo lo que necesitaban saber sobre el amor. En la cultura occidental actual, el sexo apenas es un tabú. En cambio, se utiliza en vallas publicitarias para vender productos y se menciona en la mayoría de las canciones populares.
Sin embargo, hay un tabú importante que ha perdurado, y es la discusión sobre lo que significa ser humano. A menudo, la forma en que nos definimos y entendemos a nosotros mismos como seres humanos está equivocada. Pensamos que cada persona es un organismo único, viviendo una vida completamente separada de los demás y del entorno. Pero esto es una ilusión y un autoengaño de nuestra parte. La verdad es que nacemos del mundo, no al mundo. Al igual que el océano crea olas, el planeta Tierra crea personas. Si bien cada ola es un movimiento que ocurre en la superficie del océano, no está separada del océano ni se crea de manera diferente a otra ola. Lo mismo ocurre con cada persona en el planeta. Sin embargo, seguimos pensando en nosotros mismos como individuos únicos e independientes.
Los seres humanos han ignorado durante mucho tiempo la verdad sobre la identidad porque la mente racional no puede comprenderla. Freud y Jung, dos grandes pensadores que intentaron llegar al fondo de la identidad humana, también ignoraron una verdad básica sobre la identidad humana. Y esta verdad es tan simple que es difícil expresarla con palabras. Los alemanes tienen una palabra para verdades como esta: Hintergedanken. Es algo que todos saben intuitivamente y están de acuerdo, pero no les gusta pensar en ello. Sin embargo, la cultura popular ha ayudado a mantener la idea egocéntrica del individuo solitario como una partícula insignificante en el universo. Y ahora, esta noción es tan fuerte que puede parecer imposible aceptar la verdad.
La verdad es que un individuo no es solo una gota de agua en el océano. Más bien, somos parte de un universo entero de energía responsable de la creación de todo, incluidos los seres humanos, los campos de energía nuclear y el espacio exterior. Por lo tanto, nuestra verdadera identidad, lo que hablamos cuando decimos “yo”, es antigua e infinita. Son las vibraciones de energía que fluyen dentro y fuera de nosotros y continúan tomando muchas formas.
Intentar entender intelectualmente lo que significa “yo” es como tratar de mirar tus propios ojos sin un espejo, es imposible. O, si te estás mirando en el espejo, es como tratar de determinar de qué color es el espejo. Puedes ver hojas verdes o un cielo azul, pero esto no se refiere al espejo en sí. Sin embargo, hay una herramienta útil para comprender parcialmente la identidad humana: el concepto de Dios. Las personas han entendido durante mucho tiempo que Dios está presente en todas partes, pero pocos han experimentado realmente esta verdad. Cuando la gente piensa en “Dios”, muchos imaginan a una persona omnisciente que vive en el cielo y tiene el poder de controlarlo todo. Sin embargo, a lo largo de los siglos, ha habido muchas otras ideas sobre lo que es Dios.
La sabiduría de Alan Watts nos invita a reflexionar sobre nuestra verdadera identidad y nuestra conexión con el mundo. Nos recuerda que somos parte de algo mucho más grande y que nuestra existencia tiene un propósito más profundo. Al abrazar esta sabiduría, podemos comenzar a vivir una vida más plena y significativa.