En la era del Big Data, se nos ha enseñado que los datos son la clave para tomar decisiones informadas. Sin embargo, ¿es realmente así?
Recientemente, tuve la oportunidad de asistir a una conferencia en Kuala Lumpur, donde se discutió el papel de los datos en el siglo XXI. Los oradores enfatizaron la importancia de procesar grandes conjuntos de datos para obtener información valiosa. Sin embargo, durante mi visita a Houston, Texas, el año pasado, me encontré con una situación que desafió esta idea.
Conocí a dos hermanos mexicano-americanos, los Vidanas, quienes a pesar de su herencia latina, eran fervientes seguidores de Donald Trump. Esto me desconcertó, ya que Trump había amenazado con construir un muro y expulsar a personas como ellos. Sin embargo, después de pasar unos días con ellos, comprendí por qué podrían admirar a Trump.
Mientras estábamos en su patio trasero, donde un traficante de drogas había dejado agujeros de bala en su cerca, pude sentir su frustración con el statu quo y su desesperación por un cambio que ninguna encuesta podría capturar realmente. En el día de las elecciones, The New York Times predijo una victoria de Clinton con un 85% de probabilidad. Sin embargo, después de hablar con personas comunes de diferentes ámbitos de la vida en todo Estados Unidos, no estaba tan seguro.
Esa noche, sentado en un hotel en Michigan (el epicentro de la ola pro-Trump), tuve la sensación de que el ex estrella de televisión saldría victorioso. Para mi consternación, así fue. Los expertos quedaron devastados y probablemente aún no se han recuperado del golpe. Al final, una dependencia ingenua de los datos solos nos falló.
No me malinterpreten: los datos son importantes. El crecimiento del PIB, la inflación, las tasas de desempleo, los ingresos brutos; todos estos hechos y cifras son fundamentales para cualquier análisis adecuado. Sin embargo, también debemos recordar que los datos no siempre pueden capturar la complejidad de las emociones humanas y las circunstancias individuales.
En resumen, si bien los datos son una herramienta valiosa para la toma de decisiones, no debemos depender exclusivamente de ellos. Debemos tener en cuenta el contexto y las experiencias personales para obtener una imagen más completa. Al final del día, la toma de decisiones es un equilibrio entre los datos y la intuición humana.
Fuente del artículo: SCMP


