¿Alguna vez has escuchado la frase “no puedes NO comunicar”? Creo que es cierto, porque incluso cuando no estás hablando, tu lenguaje corporal lo está haciendo. Los comunicadores efectivos prestan atención a lo que su lenguaje corporal está diciendo. ¿Por qué? Si hay una discrepancia entre lo que estás diciendo y cómo lo estás diciendo, tu mensaje puede ser malinterpretado.
Imaginemos que has aceptado asumir una tarea desafiante en el trabajo y quieres asegurarle a tu jefe que estás listo para ello. Pero tienes los brazos cruzados sobre el pecho, la cabeza ligeramente inclinada hacia abajo y tus palabras son suaves y monótonas mientras dices: “Puedo manejarlo”. ¿Está de acuerdo tu lenguaje corporal con tus palabras? En este caso, no lo está, y cuando hay disonancia, los oyentes tienden a creer en lo no verbal. Por lo tanto, tu jefe podría interpretar: “No estoy seguro de poder manejarlo”.
Tomemos otro ejemplo: un miembro de tu equipo acaba de pedir un poco de tu tiempo para discutir un problema. Estás ocupado, pero aun así aceptas tener la conversación. Mientras escuchas, sin darte cuenta, sigues mirando tu reloj. ¿Qué estás transmitiendo sobre tu tiempo y atención?
Con el fin de minimizar el riesgo de enviar mensajes no verbales que contradigan o descarten tus palabras, comienza a practicar estos hábitos:
- Conciencia de tu lenguaje corporal. ¿Tienes la cabeza inclinada hacia abajo? ¿Tienes los brazos cruzados sobre el pecho? ¿Estás inquieto? ¿Estás mirando hacia otro lado? ¿Tu rostro refleja estrés? Solo comienza a notar. (Si te resulta difícil, es posible que puedas aumentar tu propia conciencia al observar el lenguaje corporal de las personas que te rodean. ¿Están aburridas? ¿Enojadas? ¿Felices? ¿Cómo puedes saberlo?)
- Desarrolla hábitos neutrales. Si habitualmente giras tu bolígrafo en tu mano o golpeas la mesa, entrena a ti mismo para estar más quieto. Si te balanceas de pie mientras hablas o cruzas los tobillos, entrena a ti mismo para mantenerte quieto en una posición equilibrada. Si tiendes a mostrar ansiedad o estrés en tu rostro (cejas levantadas, boca apretada), entrena a ti mismo para relajar tu rostro. Respira para calmar tu energía.
- Busca la coherencia entre lo que dices y cómo lo dices. Si estás expresando agradecimiento o pensamientos positivos, intenta sonreír con los ojos y tener un brillo en tu voz. Si estás tratando un tema serio, busca un lenguaje corporal firme y asertivo. Si tu mensaje es neutral, tu lenguaje corporal también debería serlo.
- Obtén retroalimentación. Pide a un colega o asesor de confianza que te observe en diversas situaciones. ¿Qué tan bien coinciden tus verbales y no verbales? Si notan algún hábito o preocupación, intenta grabar en video algunas de tus conversaciones para detectar estas discrepancias. Si notas muchos malentendidos y crees que podrías tener un problema, busca la guía de un coach experimentado.
Cuando tu lenguaje corporal y tu mensaje estén sincronizados, experimentarás menos malentendidos y tus mensajes se transmitirán con más poder y mayor impacto.