La tecnología tiene el poder de empoderarnos o de dominarnos. No hay mejor ejemplo de esto que la carrera por el “Big Data”. Las enormes colecciones de datos que pueden ser analizadas computacionalmente para revelar patrones, tendencias y asociaciones relacionadas con el comportamiento humano y las interacciones se están recopilando en todas partes, cada segundo del día. El Big Data se deriva de las huellas digitales que dejamos a través de las redes sociales, los teléfonos celulares, las transacciones comerciales, las compras, la navegación por Internet, el GPS y otros dispositivos que registran cada uno de nuestros movimientos. A veces, la información se ofrece libremente. En muchos casos, simplemente se toma o se extrae de los sitios web mientras los viajeros virtuales pasan dejando migajas detrás.
La digitalización de los datos está en camino de convertirse en el activo y herramienta más valiosa en el negocio de servicios financieros. El uso de la inteligencia artificial (IA), el aprendizaje automático y profundo solo hará que el próximo acto de esta obra sea aún más impresionante. La pregunta es si el Big Data será una herramienta más grande o una amenaza. La autora y profesora retirada de Harvard, Shoshana Zuboff, escribe en su nuevo libro “La era del capitalismo de vigilancia” que esta nueva forma de capitalismo es algo que “reclama unilateralmente la experiencia humana como materia prima gratuita para su traducción en datos de comportamiento”. Entonces, ¿quién es dueño de las experiencias humanas que forman la base del Big Data? ¿Recuerdas cuando Kramer vendió sus historias de vida a J. Peterman en Seinfeld? En 1990, un tribunal de California le dijo a John Moore que no era dueño de su bazo una vez que fue removido y utilizado para patentar un nuevo tratamiento médico. Cuando las empresas de tecnología digitalizan libros y fotografían cada casa en cada calle, ¿se están invadiendo o evadiendo derechos legales de privacidad o propiedad? ¿Debería importar si el recolector de datos es una universidad de investigación o un competidor comercial?
Los beneficios de las bases de datos mejoradas para las instituciones financieras son atractivos: mejor servicio al cliente; productos más receptivos; modelos de suscripción más sofisticados; una capacidad mejorada para gestionar el riesgo; investigaciones más profundas y confiables; mejor detección de fraudes y cumplimiento normativo; herramientas de gestión más efectivas; y la capacidad de hacer predicciones en tiempo real. Los riesgos son menos evidentes. Los problemas surgen cuando el uso y la proliferación del Big Data son sesgados, inexactos, reducen la competencia o incluso facilitan la fijación de precios. Se puede utilizar para crear realidades ficticias o llevar a cabo ciberataques. La protección de los datos de los clientes, la integridad de los sistemas de información y las incertidumbres de la responsabilidad legal por la recopilación, transmisión y uso del Big Data crean nuevos desafíos significativos para las empresas y los tribunales. Como ejemplo, empresas como QVC y LinkedIn han luchado en los tribunales contra proveedores de Big Data que intentan extraer datos digitales y huellas de clientes de sus sitios web. No sorprende que las decisiones emitidas en estos casos hayan sido mixtas y que los tribunales hayan sido lentos para prohibir la extracción de datos cuando los objetivos no fueron lo suficientemente vigilantes para protegerse.
El uso del Big Data está en aumento en el sector de servicios financieros; por lo tanto, la recopilación de datos también está en aumento. Se estima que las inversiones en análisis de Big Data en el sector bancario alcanzaron los $20.8 mil millones en 2016, y se espera que la cantidad de datos generados cada segundo aumente un 700 por ciento para 2020.
Fuente del artículo: The Hill