El poder y las limitaciones de los sistemas tecnológicos

En 1931, un austriaco de 25 años llamado Kurt Gödel desafió la lógica, literalmente, con sus teoremas de incompletitud que demostraron que todo sistema formal eventualmente falla. Lo que hizo este descubrimiento aún más devastador fue que Gödel mismo era un lógico y sus teoremas tomaban la forma de una prueba lógica. Esencialmente, utilizó la lógica para matar la lógica. Por supuesto, los sistemas en los que confiamos todos los días no son sistemas lógicos formales. Son mucho más vulnerables. Desde fallas en el diseño de su hardware y software, hasta errores en cómo se recopilan, analizan y utilizan los datos para tomar decisiones, las tecnologías del mundo real están llenas de debilidades. Sin embargo, en la era de los grandes datos, hemos otorgado a estos sistemas un enorme poder sobre nosotros y sobre cómo dirigimos nuestras empresas. Hoy en día, los algoritmos pueden ayudar a determinar a qué universidad vamos, quién es contratado para un trabajo e incluso quién va a prisión y por cuánto tiempo. Hemos externalizado, aparentemente sin darnos cuenta, el juicio a las máquinas y, a diferencia de los humanos, rara vez las cuestionamos.

Los números de datos fantasma que aparecen en una pantalla de computadora adquieren un aire especial de autoridad. Los datos se extraen a través de bases de datos masivas y se analizan mediante software de análisis complejo. Eventualmente, llegan a hojas de cálculo de Excel, donde se procesan aún más en métricas claras para la toma de decisiones. Pero, ¿de dónde provienen todos esos datos? En muchos casos, de empleados mal remunerados y mal capacitados que registran información en tablillas como parte de su rutina diaria. Los datos, como se ha dicho, son el plural de anécdota y están sujetos a errores. Podemos, y debemos, tratar de minimizar estos errores siempre que sea posible, pero es probable que nunca los eliminemos por completo.

Es importante reconocer tanto el poder como las limitaciones de los sistemas tecnológicos en los que confiamos. Si bien pueden ser herramientas poderosas para tomar decisiones y automatizar procesos, también son propensos a errores y sesgos. No debemos olvidar que detrás de cada dato hay un ser humano que lo recopiló y que puede haber cometido errores en el proceso. Además, los algoritmos utilizados para analizar los datos también pueden tener limitaciones y sesgos incorporados. Es fundamental que mantengamos una actitud crítica y cuestionemos los resultados y las decisiones basadas en estos sistemas.

En resumen, si bien los sistemas tecnológicos pueden ser valiosos y eficientes, no debemos depender completamente de ellos sin cuestionar su validez y confiabilidad. Debemos recordar que los datos son solo una parte de la ecuación y que el juicio humano y la reflexión crítica también son fundamentales para tomar decisiones informadas y justas.

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