La revolución conductual en la economía fue desencadenada por una simple y perturbadora pregunta: ¿qué pasa si las personas no actúan de manera racional? Esta misma pregunta ahora preocupa al campo de la tecnología. En el mundo en línea, que alguna vez se esperaba que fuera un lugar de información fácil y colaboración, las mentiras y el odio pueden propagarse más rápido que la verdad y la amabilidad. Los sistemas corporativos también provocan comportamientos irracionales. Por ejemplo, al predecir ventas, los empleados a menudo ocultan malas negociaciones y solo informan las buenas. La inteligencia artificial se encuentra en la encrucijada de esta pregunta conductual, con el potencial de empeorar las cosas o de obtener mejores resultados de nosotros. La clave para obtener mejores resultados es aumentar el coeficiente emocional de la inteligencia artificial, es decir, su EQ. ¿Cómo? Entrenando algoritmos para imitar la forma en que las personas se comportan en relaciones constructivas. Ya sea que lo admitamos o no, construimos relaciones con aplicaciones. Y las aplicaciones, al igual que las personas, pueden provocar tanto comportamientos positivos como negativos en nosotros. Cuando las personas con un alto EQ interactúan con nosotros, aprenden nuestros patrones, empatizan con nuestras motivaciones y cuidadosamente evalúan sus respuestas. Deciden ignorarnos, desafiarnos o animarnos según anticipen cómo reaccionaremos. La inteligencia artificial puede ser entrenada para hacer lo mismo. ¿Por qué? Porque los comportamientos son más predecibles de lo que nos gusta pensar. La industria de la pérdida de peso de 70 mil millones de dólares prospera porque las compañías de dietas saben que la mayoría de las personas recuperan el peso perdido. La industria de los casinos de 40 mil millones de dólares se beneficia de la esperanza ilógica de los jugadores de una recuperación. Las compañías de tarjetas de crédito saben que es difícil para las personas romper sus hábitos de gasto. Aunque todavía es bastante temprano, los campos de la ciencia del comportamiento y el aprendizaje automático ya ofrecen algunas técnicas prometedoras para crear una inteligencia artificial con un EQ más alto, que las organizaciones están utilizando para obtener mejores resultados. Estas técnicas incluyen:
- Observar rupturas de patrones y dar un empujón. Las personas que te conocen pueden darse cuenta fácilmente cuando estás rompiendo un patrón y reaccionar en consecuencia. Por ejemplo, un amigo puede notar que de repente cambiaste tu rutina y preguntarte por qué. El sistema de pago de facturas en línea del Bank of America también nota las rupturas de patrones para evitar errores al ingresar datos. El sistema recuerda el patrón de pagos que has realizado en el pasado y muestra una alerta si aumentas considerablemente tu pago a un proveedor.
- Fomentar la autoconciencia con puntos de referencia. Decirle a las personas de manera directa que están desempeñándose mal a menudo tiene un efecto contrario, provocando defensividad en lugar de un mayor esfuerzo. Un método más diplomático simplemente permite a las personas ver cómo se comparan con los demás. Por ejemplo, una importante empresa de tecnología utilizó la inteligencia artificial para generar pronósticos de ventas más precisos que el equipo de ventas. Para inducir al equipo a corregir el rumbo, el sistema proporciona a cada miembro del equipo visualizaciones personalizadas que muestran cómo difieren sus pronósticos del pronóstico de la inteligencia artificial. Luego, se realiza un simple empujón para preguntar por qué podría ser el caso. El miembro del equipo puede proporcionar una explicación racional, evitar dar retroalimentación o afirmar que la inteligencia artificial está equivocada. La inteligencia artificial aprende sobre el contenido y el momento de la reacción individual, lo evalúa en función de la diferencia entre los dos pronósticos y puede elegir un segundo empujón apropiado.
La inteligencia artificial emocional tiene el potencial de mejorar nuestras interacciones en línea y en el ámbito corporativo. Al entrenar a los algoritmos para comprender y responder a nuestras emociones y comportamientos de manera más efectiva, podemos lograr mejores resultados y evitar la propagación de mentiras y odio. Aunque aún estamos en las etapas iniciales de esta revolución, es emocionante ver cómo la inteligencia artificial puede ayudarnos a construir relaciones más constructivas y a tomar decisiones más informadas. La clave está en reconocer que nuestras interacciones con las aplicaciones también son relaciones, y que podemos enseñar a la inteligencia artificial a comportarse de manera más empática y consciente. El futuro de la inteligencia artificial emocional es prometedor y nos brinda la oportunidad de crear un mundo en línea más positivo y colaborativo.