El Internet de las Cosas: ¿Una visión del futuro o una amenaza para la seguridad?

El Internet de las Cosas (IoT) es sin duda una visión del futuro que se está construyendo hoy en día, como informa el sitio web del think tank, Internet of Things Council. Esto se debe a que, a medida que el mundo se vuelve cada vez más conectado digitalmente, el concepto en sí está ganando rápidamente impulso tanto en el lugar de trabajo como en el hogar. No hace falta mencionar que una de las principales razones de su creciente relevancia en las discusiones tanto en las salas de juntas como en las salas de estar se debe a los estilos de vida contemporáneos de las personas, que cada vez dependen más de Internet. Varios datos estadísticos de fuentes autorizadas confirman la probabilidad de que el Internet de las Cosas sea la nueva visión del futuro y, por lo tanto, esté aquí para quedarse.

El sitio web de Forbes, citando los resultados de la firma de investigación tecnológica Gartner, sugiere que más de 26 mil millones de dispositivos estarán conectados a Internet para el año 2020, de los cuales 250,000 serán vehículos. Cisco, en su sitio web, sostiene que esta cifra será de aproximadamente 50 mil millones de dispositivos. Si todo esto es algo en lo que se puede confiar, entonces el fenómeno, según algunas estimaciones, tiene el potencial de generar un adicional de $10 a $15 billones para el PIB mundial para el año 2034. Esto, según Statista, significaría una cifra final del PIB mejorada de $106 a $111 billones, en comparación con la cifra de $73.5 billones en 2015 y la estimación de $96 billones que se espera alcanzar para el año 2020. Con tanta emoción en torno al Internet de las Cosas, es importante comprender el significado del concepto, especialmente dado el hecho de que, a pesar de usarlo extensivamente como parte de la vida diaria, el 87 por ciento de las personas no lo entiende o no ha oído hablar de él, según Forbes.

En pocas palabras, el Internet de las Cosas, en su nivel más básico, se refiere a una sofisticada red de todos los dispositivos que son capaces de recopilar y transmitir datos a través de Internet. Incluyen cualquier dispositivo electrónico inteligente; ya sean teléfonos móviles, computadoras portátiles, tabletas, computadoras personales, televisores, cafeteras, dispositivos portátiles, lámparas, lavadoras, vehículos, etc., con un interruptor de encendido y apagado de Internet que les permite conectarse entre sí. De hecho, hay quienes llevan el significado del término un paso más allá al ampliar su ámbito para incluir hogares inteligentes con electrodomésticos conectados a Internet, como botes de basura inteligentes que son capaces de evaluar por sí mismos su eliminación, y ciudades inteligentes, que están interconectadas digitalmente a través de señales de tráfico que monitorean el uso de servicios públicos.

El Internet de las Cosas no es un fenómeno nuevo y ha existido durante 30-40 años. De hecho, Forbes informa que los cajeros automáticos, que se originaron alrededor de 1974, fueron algunos de los primeros dispositivos de IoT en ser utilizados. Sin embargo, según el sitio web Living Internet, el debut completo del IoT no tuvo lugar antes de 1989, cuando, durante una conferencia, se presentó la primera tostadora conectada a través de la red TCP/IP y controlada mediante un Protocolo de Gestión de Información de Administración de Protocolo de Red Simple (SNMPMIB). Sin embargo, a pesar del gran grado de emoción que gobierna el simple hecho de vivir en un mundo inteligentemente conectado impulsado por el IoT, la sabiduría sugiere una evaluación integral y holística de todo lo nuevo y brillante, especialmente la tecnología, que cambia de forma, forma y capacidades en un abrir y cerrar de ojos.

En este contexto, sería especialmente útil analizar las posibles desventajas del IoT, que irónicamente también definen su impacto en la vida humana. Según Tech Crunch, todos los dispositivos conectados a través del Internet de las Cosas recopilan mucha información personal y sensible, tanto de individuos como de empresas. Además, debido a que se comparte a través de la World Wide Web, está automáticamente disponible públicamente y, por lo tanto, más abierto y vulnerable a ataques cibernéticos como el phishing y el hacking. El resultado es una preocupación global relacionada con los desafíos de seguridad y privacidad de los datos planteados por la incipiente tecnología, que, si no se abordan de manera adecuada, pueden aumentar el costo de la ciberseguridad ineficaz a casi $3 billones para el año 2020.

Tech Crunch informa que los defensores de esta nueva ola tecnológica son rápidos para aliviar estas preocupaciones citando el papel desempeñado por tres componentes de la seguridad de la información: confidencialidad: el acceso a la información sensible está restringido y protegido, integridad: la garantía de que la información está en su forma original y no fue comprometida o manipulada, y disponibilidad: aquellos autorizados para acceder a la información pueden hacerlo. Desafortunadamente, la realidad no es tan simple. Aquellos que confían en el componente de confidencialidad no entienden que incluso la solidez de las soluciones de seguridad modernas, en forma de software antivirus, firewalls, encriptación, tokens de dos factores, etc., todos los cuales erigen barreras contra el acceso no autorizado, ofrecen una protección insuficiente. Esto se debe a que las máquinas que los instalan seguirán teniendo limitaciones y debilidades en sus protocolos de comunicación, software, reglas y API expuestas, todos los cuales son altamente vulnerables a violaciones y compromisos de confidencialidad. Además, en muchos casos, la violación pasa desapercibida, con las instituciones financieras tardando en promedio 98 días en detectar una violación, mientras que los minoristas pueden tardar hasta 197 días, según los resultados de la última investigación informada en el sitio web de ZDNet. Esto implica automáticamente que incluso el componente de integridad no es lo suficientemente infalible para abordar las preocupaciones de seguridad, ya que construir redes de Internet de las Cosas sin vulnerabilidades es prácticamente imposible. Esto también significa que el último componente de disponibilidad no existe realmente por sí solo. Una violación que logra superar los dos primeros componentes ya ha obtenido acceso y control completo sobre la información sensible, que ahora está disponible para el hacker.

En conclusión, el Internet de las Cosas es una visión emocionante del futuro que promete mejorar nuestras vidas y aumentar la eficiencia en diversos aspectos. Sin embargo, también plantea desafíos significativos en términos de seguridad y privacidad de los datos. Es fundamental que las empresas y los individuos comprendan estos desafíos y tomen medidas adecuadas para proteger su información sensible. A medida que avanzamos hacia un mundo cada vez más conectado, es esencial encontrar un equilibrio entre la conveniencia y los riesgos potenciales del IoT.

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