El Internet de las Cosas: ¿Qué podría salir mal?

El Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés) se define a menudo como “una red de objetos físicos integrados con tecnología inteligente, capaces de comunicarse e interactuar con el entorno externo”. Hay tantas definiciones de IoT que no vale la pena repasarlas todas de nuevo. La idea es que el IoT es genial si se utiliza correctamente. Si no, podríamos tener un problema. Peor aún, si no está debidamente asegurado, tenemos un problema aún mayor. Al igual que en la película “El Bueno, el Malo y el Feo”, si te gusta. Lo bueno, lo malo, lo feo de la red global de IoT.

Lo bueno

Imagina que llegas tarde a una reunión de negocios. Con la ayuda del IoT, tu automóvil inteligente podría anticipar y tratar de resolver el problema antes de que ocurra. Se sincroniza con tu agenda, verifica con los sensores de la ciudad inteligente, las carreteras, otros autos, el tráfico, los mapas, y te avisa que te estás quedando sin tiempo, según las circunstancias dadas. A medida que avanza, tu automóvil sabe, según los datos recibidos, si no llegarás a la reunión a tiempo, y envía un mensaje a la persona con la que te vas a reunir para avisarle que llegarás tarde. Imagina un mundo donde tu monitor de actividad física, o un sensor inteligente en tu cama, sabe cuándo te despiertas por la mañana y envía una señal a tu cafetera para preparar tu dosis diaria. Electrodomésticos inteligentes que utilizan una red de IoT para comunicarse entre sí y con su propietario. Imagina llegar al trabajo y, en lugar de tener que fichar, el sensor inteligente en la tienda sabe exactamente cuándo estás allí para calcular tus hojas de tiempo. Trabajar en una oficina donde el equipo sabe cuándo se están agotando los suministros y automáticamente ordena nuevos cartuchos y papel. Sin duda, el Internet de las Cosas tiene el potencial de convertirse en un cambio de juego en todos los aspectos de nuestras vidas. Lamentablemente, no es tan fácil predecir su futuro, especialmente cuando hay problemas serios que aún deben abordarse. La seguridad es el más obvio, ya que el Internet de las Cosas podría convertirse en otro campo de juego para el malware, la extorsión y el caos general.

Lo malo

Seamos honestos, no todo es perfecto en el mundo del IoT. Tus huellas digitales son recopiladas, agregadas y analizadas para predecir tu presencia, intención, sentimiento, adopción, comportamiento e incluso intenciones. En la década de 2000, los analizadores de tráfico semántico de Narus podían procesar diez gigabytes de paquetes IP, tres gigabytes de correos electrónicos y tráfico web, todo por segundo. Lo que comenzó como el “proyecto de perfilado humano” en 2000, se ha convertido en lo que hoy en día llamamos el “programa de vigilancia masiva”. GCHQ realiza una vigilancia masiva de los cables de datos internacionales. Programa Oakstar. Stormbrew. Prism. Tempora. La NSA en Estados Unidos o el GCHQ en el Reino Unido, estamos en todas partes. En este sentido, el nivel de datos generados por la fusión del IoT con las redes sociales puede generar preocupación significativa. Ya no se trata solo de datos de navegación y telecomunicaciones, sino de ti. Tu persona digital, la pieza faltante en una sociedad de vigilancia masiva. Podríamos utilizar el IoT para diseñar la infraestructura de vigilancia masiva más eficiente de la historia, o podemos utilizarlo para mejorar nuestras experiencias y salvar vidas, al igual que la energía nuclear: fisión o fusión. Para un mundo mejor, o para destruirnos; siempre hay una elección.

Lo feo

El IoT plantea desafíos y riesgos significativos. La falta de seguridad en los dispositivos conectados puede llevar a violaciones de privacidad, ataques cibernéticos y caos generalizado. Además, la dependencia excesiva del IoT puede llevar a la pérdida de habilidades humanas básicas y a la falta de privacidad. También existe el riesgo de que las grandes corporaciones y los gobiernos utilicen el IoT para ejercer un control excesivo sobre nuestras vidas y limitar nuestra libertad individual. Es importante abordar estos problemas y garantizar que el IoT se utilice de manera responsable y ética.

En conclusión, el Internet de las Cosas tiene un gran potencial para mejorar nuestras vidas, pero también plantea desafíos significativos en términos de seguridad, privacidad y control. Es importante que como sociedad, abordemos estos problemas y utilicemos el IoT de manera responsable y consciente.

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