Cuando Cate Lindemann comenzó a sentir extraños dolores en la mandíbula y opresión en el pecho una mañana de julio de 2020, no era ajena al estrés laboral, la depresión y el agotamiento. Como abogada de un gran bufete de abogados en Chicago, había pasado años trabajando largas horas y priorizando el trabajo por encima de todo para convertirse en una de las pocas mujeres en llegar a socia. Cuando estaba embarazada de su tercer hijo, por ejemplo, incluso trabajó a través de una debilitante enfermedad matutina, llamando a clientes difíciles desde la cama algunas mañanas. Y se sentía tan presionada por argumentar una moción que “se sobreponía” al dolor relacionado con el embarazo y acudía a los tribunales. Terminó entrando en trabajo de parto prematuro unos días después. “No te detienes a decir, ‘Esto está mal. No lo voy a hacer'”, dijo Lindemann. “Simplemente lo haces. Y creo que eso se aplica a mucha gente en muchos trabajos. Simplemente lo soportan y lo hacen”. Simplemente soportarlo llevó a Lindemann a la sala de emergencias esa mañana de julio. Estaba sufriendo un ataque al corazón. A los 39 años. Más precisamente, Lindemann estaba sufriendo una disección espontánea de la arteria coronaria, o SCAD, un desgarro dentro de una arteria que lleva sangre al corazón. Los SCAD afectan principalmente a mujeres de entre 40 y 50 años. Son poco conocidos, no son fáciles de diagnosticar y pueden ser mortales si no se tratan rápidamente. Los médicos no están seguros de qué causa un SCAD. Pero sí saben que un factor clave es el estrés extremo. O, en el caso de Lindemann, el estrés laboral. “Mi trabajo me enfermó”, dijo. Simplemente soportarlo en el trabajo está teniendo un costo enorme, y en gran parte invisible, para los trabajadores estadounidenses. El estrés laboral crónico es tan alto y está asociado con tantos problemas de salud (como enfermedades cardiovasculares, hipertensión y diabetes) y sufrimiento (como depresión, ansiedad, insomnio y un 76 por ciento más de riesgo de faltar al trabajo debido a un trastorno de salud mental diagnosticado) que un metaanálisis de más de 200 estudios encontró que el estrés laboral cuesta aproximadamente $190 mil millones al año en costos de atención médica. (En los últimos años, por ejemplo, GM ha gastado más en atención médica que en acero). El estrés laboral puede acortar años de vida y se ha convertido, técnicamente, en la quinta causa principal de muerte en Estados Unidos. La Administración de Seguridad y Salud Ocupacional de Estados Unidos regula y supervisa muchos peligros laborales, como la exposición a productos químicos tóxicos o si es seguro trabajar en una mina de carbón. Pero la OSHA no controla lo que los investigadores llaman el “estrés psicosocial” que es omnipresente en muchos lugares de trabajo: largas horas de trabajo, conflicto trabajo-familia, jefes tóxicos, incertidumbre, desempleo, falta de seguro médico. Cuanto mayores sean las demandas laborales y menos control se tenga, mayor será la tensión laboral y el estrés laboral. Cuanto menos coincida el esfuerzo en el trabajo con la recompensa, mayor será el estrés acumulado.