La inteligencia artificial (IA) es un tema que genera opiniones encontradas. Algunos la ven como una herramienta revolucionaria que puede mejorar nuestras vidas, mientras que otros temen que pueda tener consecuencias negativas para la humanidad. Uno de los críticos más destacados de la IA fue el renombrado científico Stephen Hawking.
Hawking expresó su preocupación por la inteligencia artificial general, es decir, una IA que pueda superar la inteligencia humana. Según él, una superinteligencia podría representar el fin de la humanidad si sus objetivos no estuvieran alineados con los nuestros. Utilizó la metáfora de las hormigas para ilustrar su punto de vista: si estás a cargo de un proyecto de energía verde y hay un hormiguero en la zona que debe ser inundada, las hormigas no tienen ninguna posibilidad. Hawking temía que la humanidad pudiera encontrarse en una situación similar si una superinteligencia decidiera perseguir sus propios objetivos sin considerar el bienestar humano.
Además de su preocupación por una IA indiferente, Hawking también advirtió sobre el uso de la IA como herramienta de opresión. Temía que la IA pudiera ser utilizada para fortalecer a unos pocos en detrimento de la mayoría, profundizando aún más las desigualdades existentes. También expresó su preocupación por los sistemas de armas basados en IA.
A pesar de sus críticas, Hawking también era optimista sobre el potencial beneficioso de la IA. Creía que, si se construía de manera correcta y se seguían las mejores prácticas, la IA podría ser lo mejor que le haya sucedido a la humanidad. Abogaba por el desarrollo de un conjunto de mejores prácticas que condujeran a la creación de una IA beneficiosa.
Otro aspecto importante de las críticas de Hawking a la IA era su escepticismo saludable hacia aquellos que predicen la llegada de una superinteligencia en un marco de tiempo específico. Según él, no hay consenso entre los investigadores de IA sobre cuánto tiempo tomará construir una IA a nivel humano y más allá. Por lo tanto, desaconsejaba confiar en aquellos que afirmaban saber con certeza si ocurriría en nuestra vida o no.
La muerte de Stephen Hawking es una pérdida para la comunidad científica y para aquellos interesados en el impacto de la IA. Sus perspectivas sobre los peligros específicos de la IA y su optimismo cauteloso sobre su potencial beneficioso nos invitan a reflexionar sobre cómo podemos aprovechar al máximo esta tecnología sin poner en peligro nuestra propia existencia.