Recientemente, Amazon anunció su elección de Nueva York y Washington D.C. como las ubicaciones para su segunda sede. Aunque esto debería ser una buena noticia para los residentes de Nueva York y los visitantes frecuentes de Washington, me siento un poco decepcionado. En lugar de elegir ciudades que necesitan una inversión capital, Amazon ha optado por dos áreas metropolitanas ya prósperas y llenas de jóvenes adinerados y bien educados.
Es cierto que la elección de Amazon traerá beneficios a estas ciudades. Nueva York finalmente podrá invertir en sus aeropuertos, puentes, carreteras y túneles, que tanto necesitan mejoras. Además, el vecindario de Long Island City en Queens se convertirá en un Brooklyn tecnológico, con una gran cantidad de nuevos restaurantes de granja a mesa, bares de cócteles artesanales y, por supuesto, tostadores de café artesanales que ya son omnipresentes en Seattle, todo a solo una parada de metro de Manhattan. Sin embargo, también habrá más congestión, precios más altos de condominios y otros efectos secundarios no deseados.
Lo que me decepciona es que tanto Nueva York como Washington ya están prosperando y llenos de jóvenes adinerados y bien educados. La elección de Amazon solo refuerza la idea de que hay dos países en Estados Unidos: las costas y el interior. Incluso una ciudad grande y sofisticada del Medio Oeste como Chicago habría sido un reconocimiento al corazón de América.
Es importante recordar que el concurso de “HQ2” de Amazon tenía el potencial de transformar una ciudad que realmente lo necesitara. En cambio, Amazon ha optado por ubicaciones que ya están en auge. Esto plantea preguntas sobre la equidad y la distribución de la riqueza en nuestro país.
En resumen, aunque la elección de Amazon beneficiará a Nueva York y Washington, también es una oportunidad perdida para ayudar a una ciudad que realmente necesitaba un impulso económico. Esperemos que en el futuro, las empresas consideren no solo las ciudades prósperas, sino también las áreas que necesitan inversión y desarrollo.
