En los últimos años, hemos presenciado el declive de los sistemas de planificación de recursos empresariales (ERP, por sus siglas en inglés) debido al surgimiento de sistemas unificados, autónomos y en tiempo real. Aunque algunos se resisten a aceptarlo, los sistemas autónomos están comenzando a superar y reemplazar a los tradicionales ERP, y es posible que no estén del todo equivocados. Después de todo, el ERP sigue siendo un obstáculo para los líderes de TI y las empresas, ya sea en el diseño, implementación, gestión del ciclo de vida o realización de valor. En su juventud, el ERP no logró resolver los problemas para los que fue diseñado. Sin embargo, no fue solo un fracaso del ERP, sino que tal vez no supimos aprovechar todo su potencial. Además, los avances en los modelos de negocio han llevado a sistemas y procesos más complejos que requieren una camaradería de datos que simplemente no estaba en su diseño.
Además, la implementación de ERP es un desafío, especialmente cuando los objetivos de la organización y la calidad del software no coinciden. En resumen, el matrimonio entre el ERP y las empresas simplemente no estaba destinado a ser exitoso. Sería injusto culpar únicamente al ERP por estos problemas. Parte de la responsabilidad recae en las organizaciones que no reconocieron ni se adaptaron a las nuevas tecnologías y soluciones, lo que agravó aún más la incertidumbre digital. ¡Esto tenía que solucionarse!
Desde la perspectiva de una empresa, tanto los seres humanos como la tecnología serán fundamentales a medida que avancen hacia modelos de negocio que favorezcan una menor densidad humana. No se puede negar que hemos entrado en la era de la inteligencia artificial (IA); todos reconocen que la IA y el aprendizaje automático son clave para el éxito en el mercado empresarial. Antes de la era de la IA, llegó la era del Big Data, este avance abrió la puerta al crecimiento de los lagos de datos y a las tecnologías inteligentes. La IA se puede clasificar en Inteligencia Automatizada, Asistida, Aumentada y Autónoma. No se puede negar que los Sistemas Empresariales Unificados y Autónomos causarán sensación, donde las empresas rápidamente se darán cuenta del potencial de una verdadera democracia empresarial, una mayor eficiencia operativa, la posibilidad de trabajar desde cualquier lugar, flexibilidad de red, elasticidad de acceso, servicios bajo demanda, descentralización, distribución y, lo más importante, en tiempo real.
Según un informe reciente publicado por Allied Market Research, el mercado global de inteligencia artificial empresarial tuvo un valor de $4.68 mil millones en 2018 y se espera que alcance los $53.06 mil millones para 2026, con una tasa de crecimiento anual compuesta (CAGR) del 35.4% desde 2019 hasta 2026.
El comienzo de los sistemas unificados, autónomos y en tiempo real fue el golpe final para el ataúd del ERP. Con su partida, el ERP también se lleva consigo varios problemas asociados:
- La interrupción del recorrido del empleado y del cliente.
- La recopilación de datos adulterados.
- La falta de conectividad de datos en tiempo real.
- La presencia de aplicaciones fragmentadas.
- La automatización basada en reglas.
El mayor potencial de los sistemas autónomos radica en hacer cosas que nunca antes se habían hecho, en lugar de simplemente automatizar o acelerar las capacidades existentes. Las empresas deben dar el salto de fe, ya que el premio es la posibilidad de mejorar la personalización, la calidad, la consistencia y ahorrar tiempo para los consumidores, y lo más importante, la accesibilidad de los datos para lograr estos beneficios.
En resumen, estamos en el umbral de una nueva era en los sistemas empresariales. Los sistemas autónomos están listos para revolucionar la forma en que las empresas operan y brindan servicios. Es hora de que las empresas abracen esta transformación y aprovechen al máximo las oportunidades que ofrece.