En un futuro cercano, nuestra sociedad estará inundada de datos, gracias a los dispositivos y sensores que permiten el Internet de las Cosas (IoT). Según McKinsey, el impacto económico del IoT podría alcanzar los 11 billones de dólares, aproximadamente el 11% del valor económico global, en los próximos 10 años. Al mismo tiempo, se estima que el número de dispositivos y sensores de IoT crecerá a varios billones, superando los actuales 15 mil millones. Sea cual sea la cifra exacta, esta inteligencia ambiental traerá inevitablemente un crecimiento exponencial de datos, pasando de aproximadamente 5 zettabytes hoy a 35 ZB en 2025, midiendo y rastreando cada aspecto de nuestras vidas. En comparación con el tsunami de datos que se avecina, los problemas de seguridad y privacidad de Internet y los teléfonos móviles actuales parecen minúsculos en escala.
Sin embargo, la situación actual del IoT no respeta la privacidad. En su artículo “The Web We Want” en New Scientist, Hal Hodson explica que las personas quieren conveniencia y, a cambio, están dispuestas a permitir que empresas como Google, Facebook, Amazon y muchas más absorban nuestros datos de privacidad accesibles. Con sus dispositivos portátiles, autos conectados, zapatillas para correr en red y una serie de otras cosas hiperconectadas, el mundo del IoT está posicionado para brindar a las empresas y organizaciones aún más oportunidades para recopilar datos y utilizarlos en su beneficio.
El mercado de consumidores es bastante esquizofrénico cuando se trata de compartir datos, aunque la mayoría de nosotros los proporcionamos libremente cuando se nos solicita. Un informe reciente de eMarketer sobre las mejores prácticas para la privacidad del consumidor y los datos personales muestra que el 50% de los propietarios de teléfonos inteligentes no quieren compartir ningún dato con los anunciantes, y un 25% adicional cree que se debe recopilar muy poca información. eMarketer reconoce acertadamente que estas opiniones pueden parecer poco realistas en el mundo digital de hoy, pero deberíamos considerar el problema de privacidad subyacente más de lo que pensamos en la montaña de datos generados por el IoT que está por venir.
Es cierto que los millennials y la Generación Z tienden a compartir su información con mayor facilidad, mostrando signos de su crianza digital. Sin embargo, parece que también podrían ser más cautelosos de lo que pensamos. Según eMarketer, los millennials son los más propensos a compartir información demográfica o de contacto en lugar de información personalmente identificable o financiera, limitando la apertura de Internet al mínimo. El problema más grande es que los consumidores no tienen idea, y en su mayoría no tienen forma de averiguar, qué datos se están recopilando y qué harán las empresas con ellos. Según un informe de 2015 del Pew Research Center, la mayoría de los usuarios de Internet en los Estados Unidos desean tener control sobre quién recopila, mantiene y utiliza su información personal. Desafortunadamente, la realidad está lejos de esa demanda, y agregar más recolectores de datos al juego puede no ser la mejor manera de construir confianza y lealtad a la marca.
¿Cuál es el valor de tu Doble Digital de Datos? Advertencia: si no quieres frustrarte, no hagas esto. Pero si quieres saber el valor de tus datos privados, prueba la calculadora del Financial Times. Obviamente, el valor en dólares contrasta notablemente con el valor emocional que le damos a nuestra propia privacidad. Para ayudar a los consumidores a recuperar el control sobre su información, el proyecto Solid del W3C está separando los datos de las aplicaciones y servicios que los procesan, según New Scientist. Este pensamiento innovador permitiría a las personas decidir y aprobar si y cuándo sus datos se hacen públicos, por ejemplo, en un teléfono inteligente, desde una computadora portátil o en la nube, y detener la recopilación de datos predeterminada de nuestros dispositivos, sensores y aplicaciones. Una idea paralela es seguida por la empresa británica Maidsafe. Sus investigadores están utilizando una red peer-to-peer basada en cifrado y blockchain para separar los datos de un servicio. Obviamente, la descentralización de los datos es la tendencia más actual. Sin embargo, todavía queda una pregunta fundamental en el fondo: ¿cuál es la forma óptima de mediar los intereses comerciales de las empresas de datos y los intereses privados?
Y no solo los consumidores están preocupados por la seguridad y los problemas de datos. Según eMarketer, las empresas consideran que la seguridad del IoT es una forma creciente de complejidad al recopilar datos.
En resumen, el futuro de la privacidad en el Internet de las Cosas plantea desafíos significativos. A medida que la cantidad de dispositivos y sensores de IoT aumenta exponencialmente, es crucial encontrar un equilibrio entre la conveniencia y la privacidad. Los consumidores deben tener el control sobre sus datos y saber cómo se utilizan. Las empresas deben ser transparentes y responsables en la recopilación y uso de datos. Solo así podremos aprovechar al máximo las oportunidades que ofrece el IoT sin comprometer nuestra privacidad.