El Futuro de la Experiencia Humana en un Mundo Digitalizado

En la era actual, estamos inmersos en un gran experimento. Estamos poniendo a prueba nuestra conciencia impulsada por datos y determinando cuánta información podemos asimilar y a qué velocidad. Si continuamos a este ritmo, pronto veremos cómo los sensores y la computación ambiental impregnan nuestras vidas personales y profesionales con una miríada de cosas interactivas. Incluso objetos como tazas de café podrían estar conectados. En un mundo digitalizado e hiperconectado como este, nuestras percepciones dependerán en gran medida de las experiencias virtuales y de nuestra visión biológica.

Para tener una idea de hacia dónde nos dirigimos, tuve el placer de conversar con la Dra. Yvonne Förster, profesora de filosofía de la cultura en la Universidad Leuphana de Alemania, para obtener su perspectiva.

¿Podrá el ser humano adaptarse a la velocidad del cambio digital?

Sin lugar a dudas, los algoritmos son más rápidos que nuestro pensamiento consciente. Aunque nuestros reflejos físicos y nuestra intuición son bastante rápidos, siguen siendo más lentos que las computadoras más avanzadas disponibles en la actualidad. Desde esta perspectiva, nos enfrentamos a muchos desafíos. Gran parte de nuestras experiencias futuras en un mundo digitalizado estarán impulsadas por dispositivos tecnológicos que operan en microescalas de tiempo. El Internet de las Cosas es un término que describe mundos de vida tecnológicamente permeados, que comprenden miles de millones de sensores y dispositivos altamente interconectados, que miden -o más precisamente, perciben- diversas actividades en su entorno. La pregunta interesante no es tanto cómo adaptarnos, sino las perspectivas y los posibles futuros de la vida humana en sí misma. ¿Cómo evolucionaremos al cambiar nuestro mundo de vida? Si no podemos operar a la velocidad de las computadoras, ¿experimentaremos interrupciones entre experiencias más directas e inducidas por datos? No necesariamente. Las interrupciones son precisamente lo que la tecnología moderna intenta evitar. La operación fluida y el flujo son ideales en tecnología y diseño, permitiendo que las aplicaciones sean invisibles y creando sistemas de aprendizaje automático. Comprender cómo la tecnología influye en nuestra percepción hoy en día es un tema de investigación estética. Los artistas de los medios intentan lo imposible: hacer visible lo invisible o hacer que el ritmo y la velocidad no experimentales de los algoritmos sean experiencias. Sería ingenuo pensar que el crecimiento exponencial en la exposición a dispositivos tecnológicos dejaría a las personas sin cambios. La evolución continúa en la cultura. Y hoy en día, no solo somos moldeados pasivamente por el comportamiento adaptativo; también podemos alterar activamente nuestros cuerpos y mentes. Los nuevos entornos digitalizados y nuestro deseo de prolongar la vida humana serán fuerzas fundamentales en el juego de la evolución, en el que debemos reflexionar cuidadosamente. ¿Seguiremos experimentando nuestro entorno sin interacciones adicionales? ¿Se convertirá la naturaleza en un mundo aburrido para nosotros? No lo creo. El mundo será un lugar fascinante en las próximas décadas en cuanto al desarrollo tecnológico. No necesariamente significa que cada dispositivo nos alejará de nuestros entornos, como el mundo distópico retratado en películas como The Matrix o Surrogates. Pero tampoco debemos olvidar que nuestras experiencias en la naturaleza y en todo lo demás siempre están mediadas por conceptos culturales, actitudes y dispositivos tecnológicos. Solo piensa en la percepción del tiempo, que ha sido intervenida a través de relojes de todo tipo durante siglos. Algunos incluso sostendrían que la cultura humana está esencialmente arraigada en la tecnología desde sus inicios. Sin embargo, mientras preservemos la naturaleza, nuestro mundo nunca será un lugar aburrido. Simplemente hay nuevas perspectivas por descubrir.

¿Cómo nos ayudarán los dispositivos portátiles y los sensores a obtener nuevas perspectivas?

La pregunta interesante aquí es: ¿cómo cambiará nuestro mundo de vida y nuestro comportamiento cuando los sensores estén presentes en todas partes? Con la omnipresencia de sensores y dispositivos que perciben ubicaciones y otros tipos de acciones humanas, nos encontramos en un entorno que no solo es rastreado por seres vivos, sino también por dispositivos tecnológicos altamente interconectados. Incluso se podría decir que las paredes, las calles o los automóviles tienen ojos en el sentido más literal posible. La percepción ya no es un concepto exclusivo de los organismos vivos. Más bien, es una propiedad omnipresente de nuestro mundo de vida. Esto cambiará profundamente cómo actuamos e interactuamos entre nosotros, pero lo que es más importante, transformará cómo nos relacionamos con los objetos. Nuestro mundo de vida se ve alterado por el Internet de las Cosas a medida que los objetos perciben y se comunican entre sí. El impacto de este desarrollo tecnológico aún está por estimar y describir.

¿Todos nos convertiremos en seres digitalizados?

Si definimos la digitalización como una parte significativa de la vida cotidiana que está conectada a la tecnología digital, entonces ya estamos digitalizados. Sin embargo, si nos referimos a la idea de que la tecnología invadirá nuestros cuerpos y nos convertirá en cíborgs conectados físicamente a Internet, esto ya está empezando a ser una realidad en los laboratorios. Esta idea está fuertemente relacionada con la mejora del cuerpo y la mente humana. Aun así, la mayoría de las personas siguen siendo escépticas cuando se trata de la invasión tecnológica del cuerpo. Podemos pensar en una tercera alternativa de digitalización: la coevolución de los seres humanos y la tecnología. Cuando nuestro mundo esté profundamente impregnado de tecnología, presentará diferentes y nuevas oportunidades para los seres humanos. Podremos desarrollar nuevas formas de comportamiento, creatividad y pensamiento. Además, tendremos que interactuar con la tecnología y reflexionar activamente sobre su uso. Este enfoque requiere una comprensión de la tecnología como una condición previa para manejar dicha innovación de manera crítica y creativa. Vemos este tipo de compromiso surgir de la práctica artística y científica. Jennifer Gabrys, por ejemplo, trabaja con tecnología de sensores utilizada por ciudadanos en diferentes entornos, como áreas de fracturación hidráulica, para comprender y crear conciencia sobre las condiciones ambientales cambiantes mediante el uso de tecnología de bricolaje.

¿Tendremos elección en lo que queremos o no queremos saber?

Sí, definitivamente tenemos elección. Como seres biológicos, somos adaptables. La presencia de la tecnología está evolucionando y seguirá cambiando nuestra percepción y comportamiento. Si no reflexionamos sobre ese proceso, permaneceremos pasivos y eventualmente nos sentiremos superados por la tecnología. Aun así, la tecnología es nuestra creación, aunque no sea completamente predecible y manejable. Dado que la tecnología funciona según patrones emergentes de inteligencia artificial, debemos estar preparados para participar en nuevos procesos de comprensión y agencia en entornos computacionales.

¿Cambiará la digitalización la forma en que experimento mi cuerpo?

El elemento lúdico de la digitalización cambiará la forma en que aprendemos, así como el espacio de conocimiento de lo que se puede conocer. No se trata solo de la transformación del proceso de pensamiento o de la calidad de las decisiones, sino también de una evolución del cuerpo. En los videojuegos, por ejemplo, utilizamos comportamientos evolutivos, pero antiguos y arraigados, como los reflejos de lucha o huida. Esto significa que los videojuegos digitales se basan menos en nuestra reflexión culturalmente valorada y más en nuestra intuición y modo intuitivo de actuar. Pero también podrían surgir patrones de comportamiento y acción o reacción completamente nuevos. Otro aspecto de las experiencias corporales en tiempos de digitalización es la medición del movimiento y los datos en vivo, como el ritmo cardíaco, la presión arterial y más. Esto va acompañado de una objetivación de la experiencia corporal. Tendemos a percibirnos a nosotros mismos como números, como la cantidad de pasos que hemos caminado o las calorías que hemos consumido. Esto puede ser problemático porque puede distraernos de nuestro estado corporal real, que no es equivalente a un número o gráfico que aparece en una pantalla. El lado negativo de esto es el problema de los grandes datos y el control. ¿A dónde va esta información y quién la utiliza? ¿Estará interesada tu compañía de seguros en tus hábitos diarios? Esto parece muy probable y debe ser observado cuidadosamente.

¿Cómo experimentaremos el mundo en el futuro?

El mundo que nos rodea se está volviendo impulsado por los sentidos; tendrá ojos y oídos. Estoy esperando el día en que mi refrigerador comience a discutir conmigo cuando agarre un trozo de carne en lugar de una ensalada. Pero lo más interesante es la pregunta de qué sucede cuando la información va más allá de ser presentada como texto, video o voz, para incluir la temperatura corporal, la frecuencia cardíaca y el tono de nuestra voz. ¿Qué tipo de conocimiento se generará a partir de estos datos? En la película Ex Machina, esta información lleva a la creación del primer androide autoconsciente llamado AVA. Pero estoy seguro de que no percibiremos los flujos de datos. Los datos por sí solos no tienen valor a menos que sean interpretados. Además, nuestro cerebro no es un órgano de procesamiento de información. Solo genera información a través de actividades de construcción de sentido. La vida nunca trata con datos en bruto. El movimiento y la percepción deben entenderse como actividades relacionales, que generan estructuras significativas como yo como individuo y tú como otra persona. De manera similar, concebiremos la tecnología como parte de nuestro entorno y, por lo tanto, como parte de un proceso de construcción de sentido que se extiende más allá de la percepción humana. Si algún día pudiéramos experimentar los datos directamente, ¿dónde está la frontera que nos separa de ellos? Las tecnologías actuales, como la realidad aumentada y las gafas de Google, no cambiarán mucho. Incluso si los mundos físico y virtual se fusionan, estas tecnologías no interferirán con nuestra sensación de identidad. La sensación de identidad ya es una categoría elástica, ya que las prácticas culturales pueden alterarla profundamente. Las técnicas de mediación, por ejemplo, pueden ampliar nuestra capacidad de ser compasivos y hacer que el yo se desvanezca en la meditación y la agencia. Otro desarrollo interesante es el uso de técnicas invasivas que sustituyen o cambian nuestras habilidades perceptivas y cognitivas. Un ejemplo es Neil Harbisson, quien puede escuchar colores, o Enno Park, quien utiliza un audífono con un procesador de voz que transfiere los sonidos a señales digitales que se envían directamente al cerebro. La fusión de los cuerpos humanos y la tecnología puede crear nuevas formas de percepción y acción. Incluso la brecha ontológica entre lo que es humano y lo que es tecnología podría volverse borrosa. Pero esto no es nada nuevo. El yo nunca ha tenido -ni tendrá- limitaciones fijas. Nos convertimos en lo que somos al interactuar entre nosotros y con nuestro entorno. Y siempre estamos evolucionando; ningún yo está completo. En el momento en que conoces a otra persona, experimentas un cambio. Por eso no debemos tener miedo de perdernos en el futuro.

¿Co-evolucionaremos con las máquinas en lugar de crear un mundo similar a Terminator?

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