En los últimos años, hemos escuchado mucho sobre el Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés) y cómo está revolucionando la forma en que interactuamos con el mundo. Desde proveedores de servicios de telecomunicaciones hasta empresas fabricantes de chips, todos han estado hablando sobre la conexión del futuro a través de dispositivos IoT. A simple vista, la visión de un mundo conectado parece prometedora. Pero surge una pregunta: ¿están las diferentes tecnologías en las que se basa el IoT listas para soportar este nuevo mundo?
Según los analistas de Gartner, se espera que en 2016 haya 6.4 mil millones de “cosas” conectadas en uso en todo el mundo, un aumento del 30% con respecto a 2015, y se espera que alcance cerca de 21 mil millones para el año 2020. Los informes de la industria sugieren que el mercado global de tecnología vestible alcanzará los $5.8 mil millones en 2018, frente a los $750 millones en 2012, lo que indica una tasa de crecimiento anual compuesta del 40.8% desde 2012 hasta 2018. India tiene como objetivo obtener una participación del 5-6% en la industria global de IoT de $300 mil millones en los próximos cinco años.
Es evidente que con el IoT nos enfrentamos a una nueva era que se basa en redes ubicuas. Sin embargo, a medida que el mundo conectado del futuro toma forma, debemos resolver el desafío planteado por la compleja red de interconexiones. El verdadero habilitador para el IoT es la capacidad inherente de distribuir la supervisión y el control de máquinas individuales sin una red “cerrada” tradicional. Un gran obstáculo es que no existe un impulso intersectorial para estandarizar las aplicaciones de IoT y las interfaces que las personas utilizan para acceder a ellas en la actualidad. Existe una dependencia excesiva del usuario para gestionar las aplicaciones de IoT de manera que le brinden el máximo valor. En este momento, el teléfono inteligente es la interfaz clave para las aplicaciones de IoT. Pero, ¿cómo se supone que los usuarios deben dar sentido a los datos de IoT que poseen si necesitan acceder a cientos de aplicaciones individuales que abarcan áreas como el fitness, diagnóstico de automóviles, monitoreo de energía, seguridad del hogar, sistemas de riego y compras automatizadas?
Los ecosistemas de IoT requieren sistemas altamente sofisticados de comunicación y gestión para garantizar la interoperabilidad y la experiencia de usuario perfecta que las personas desean. Los analistas de Frost and Sullivan han destacado que esta falta de interoperabilidad entre dispositivos y objetos es un obstáculo importante para la adopción generalizada de IoT, y argumentan que iniciativas como la Alianza Automotriz Abierta, que establece estándares para la plataforma Android para la comunicación entre dispositivos móviles y vehículos, solo abordan una parte del rompecabezas de IoT. Este es un problema empresarial más que simplemente técnico: McKinsey ha destacado que la interoperabilidad es necesaria para el 40% del valor potencial en las aplicaciones de IoT. Sin interoperabilidad, los dispositivos de IoT corren el riesgo de convertirse en tecnología por la tecnología misma.
Para crear un crecimiento sostenible para las empresas, la red de IoT requerirá un enfoque arquitectónico en capas. Esta arquitectura debe parecerse mucho a los sistemas de control industrial diseñados a medida de hoy en día, pero extendidos con conectividad a Internet y funciones en la nube. Este ecosistema de IoT debe incluir sistemas inteligentes y embebidos, servicios en red, infraestructura, aplicaciones, seguridad, herramientas analíticas y servicios profesionales. El IoT European Research Cluster SRIA ha descrito la importancia de estas diferentes capas de la siguiente manera:
“La capa de sistemas inteligentes y embebidos se refiere a los dispositivos y sensores que recopilan datos y realizan acciones en el mundo físico. La capa de servicios en red se ocupa de la comunicación y la transferencia de datos entre los dispositivos y los sistemas de backend. La capa de infraestructura proporciona la base para la conectividad y el procesamiento de datos a gran escala. La capa de aplicaciones permite a los usuarios interactuar con los datos y controlar los dispositivos. La capa de seguridad garantiza la protección de los datos y la privacidad de los usuarios. Las herramientas analíticas permiten extraer información valiosa de los datos recopilados. Y, por último, los servicios profesionales brindan soporte y asesoramiento para implementar y mantener soluciones de IoT.”
En conclusión, el futuro del IoT es prometedor, pero también presenta desafíos significativos. Para que el mundo conectado se convierta en una realidad, es necesario abordar la falta de interoperabilidad, estandarizar las aplicaciones de IoT y las interfaces de usuario, y desarrollar un ecosistema de IoT completo que abarque todas las capas necesarias. Solo entonces podremos aprovechar todo el potencial del IoT y disfrutar de los beneficios de un mundo verdaderamente conectado.