Imagina a Pandora sentada y mirando su caja. En pocos momentos, abrirá su tapa de bronce y liberará el miedo, la muerte y la plaga en el mundo… pero en este momento está llena de incertidumbre. ¿Qué hay dentro? La caja podría contener riquezas inimaginables para ayudar a su nuevo reino, pero Zeus le advirtió que nunca la abriera. ¿Debería abrirla y arriesgarse a ser castigada, o dejarla cerrada y posiblemente dejar recursos valiosos sin aprovechar? En muchos sentidos, la historia del cambio tecnológico y la regulación es la historia de Pandora: la tecnología solo puede entenderse a través del prisma del riesgo y la incertidumbre.
El cambio tecnológico, por su propia naturaleza, causa incertidumbre: ¿Cómo se podría utilizar esta nueva tecnología? ¿Cómo podría mejorar la vida de las personas? ¿Cómo podría dañar esas mismas vidas? Con el Internet de las cosas (IoT) en la cúspide de su ciclo de hype, estas preguntas están más presentes que nunca. El desafío es el riesgo que acompaña a toda esta incertidumbre. Al igual que Pandora, las empresas que buscan implementar soluciones de IoT se enfrentan a una caja que puede contener nuevos ingresos significativos y, posiblemente, dificultades técnicas, desafíos regulatorios futuros o violaciones de seguridad. ¿Deben arriesgarse a abrir la caja del IoT y enfrentar estos problemas regulatorios inciertos, o deben dejarla cerrada y arriesgarse a perder la tecnología potencialmente más transformadora desde Internet?
Una clave para tomar una decisión informada y mitigar el riesgo es reducir la incertidumbre, en particular la incertidumbre sobre la regulación futura que pueda afectar las prácticas de IoT. Para los reguladores también, la presión aumenta para proteger a los consumidores incluso cuando la tecnología IoT aún se está desarrollando. Pero con el instrumento a menudo contundente de la regulación, esto podría convertirse en un círculo vicioso de inacción: los reguladores no toman medidas porque tienen incertidumbre sobre la tecnología, por lo que las empresas no toman medidas debido a la incertidumbre sobre la regulación, lo que ralentiza la adopción tecnológica… y ralentiza aún más la acción de los reguladores.
Pero solo se necesita un cambio de perspectiva para romper este círculo vicioso. Consideremos que la relación del gobierno con la tecnología IoT va más allá de la regulación: las agencias también son consumidores y desarrolladores de infraestructura y aplicaciones de IoT. En estos dos roles, el gobierno puede influir en el desarrollo de la tecnología IoT, guiándola hacia usos seguros, seguros y responsables, y reservando la regulación para áreas indiscutiblemente necesarias, como la infraestructura crítica o los sistemas de salud.
Para ilustrar exactamente cómo los gobiernos en todos los niveles pueden ayudar a guiar el desarrollo del IoT, protegiendo a los ciudadanos al tiempo que fomentan el crecimiento tecnológico, este artículo utiliza una serie de casos de uso específicos de la industria. El objetivo es reducir la incertidumbre general, permitiendo a los responsables de la formulación de políticas comprender este tema complejo y a las empresas ver dónde es probable que haya acción gubernamental, reduciendo así el riesgo de sus inversiones en tecnología IoT.
Gobiernos y el IoT
El primer paso para reducir la incertidumbre y el riesgo en torno al IoT es tener una mejor idea de qué es y cómo las agencias gubernamentales pueden necesitar interactuar con él. El IoT es la arquitectura y el conjunto de tecnologías necesarias para crear, comunicar, agregar, analizar y actuar sobre información digital en el mundo físico.
En resumen, el IoT es una red de dispositivos interconectados que recopilan y comparten datos para mejorar la eficiencia y la comodidad en nuestras vidas. Sin embargo, esta interconexión también plantea desafíos en términos de seguridad, privacidad y regulación. Por lo tanto, es fundamental que los gobiernos comprendan y participen activamente en el desarrollo del IoT para garantizar que se utilice de manera segura y responsable.
En lugar de centrarse únicamente en la regulación, los gobiernos pueden desempeñar un papel más amplio en el ecosistema del IoT. Pueden colaborar con la industria y la sociedad civil para establecer estándares de seguridad y privacidad, promover la educación y la conciencia sobre el IoT, y fomentar la investigación y el desarrollo de tecnologías innovadoras.
Además, los gobiernos pueden utilizar el IoT para mejorar la prestación de servicios públicos, como el transporte, la energía y la salud. Por ejemplo, pueden implementar sensores inteligentes en las carreteras para monitorear el tráfico y optimizar el flujo de vehículos, o utilizar dispositivos de monitoreo remoto para brindar atención médica a distancia a personas en áreas rurales.
En conclusión, el IoT tiene el potencial de transformar nuestras vidas y mejorar la eficiencia de nuestras ciudades y sociedades. Sin embargo, para aprovechar al máximo esta tecnología, es necesario abordar los desafíos regulatorios y garantizar que se utilice de manera segura y responsable. Los gobiernos desempeñan un papel crucial en este proceso, trabajando en colaboración con la industria y la sociedad civil para establecer un marco regulatorio adecuado y promover el desarrollo sostenible del IoT.