La inteligencia artificial (IA) ha experimentado un crecimiento vertiginoso en los últimos años. Lo que antes era un campo desconocido fuera de la academia, ahora se ha convertido en una fuerza impulsora en diversas industrias. Sin embargo, a pesar de su rápido avance, es importante que nos detengamos a reflexionar sobre sus efectos en la sociedad.
A pesar de su nombre, la IA no es “artificial” en el sentido de ser ajena a los seres humanos. Por el contrario, es creada por humanos, diseñada para comportarse como humanos y tiene un impacto directo en los seres humanos. Por lo tanto, si queremos que la IA desempeñe un papel positivo en el mundo del mañana, debe estar guiada por preocupaciones humanas. A esto lo llamo “IA centrada en el ser humano”.
La IA centrada en el ser humano se basa en tres objetivos que pueden ayudar a guiar de manera responsable el desarrollo de máquinas inteligentes.
1. Reflejar la profundidad de la inteligencia humana
La percepción visual humana es compleja y contextual, equilibrando nuestra conciencia de lo obvio con una sensibilidad a los matices. Sin embargo, la percepción de las máquinas sigue siendo sorprendentemente limitada en comparación. Para lograr una IA centrada en el ser humano, es necesario desarrollar algoritmos que reflejen la riqueza y complejidad de nuestra propia inteligencia.
2. Fomentar la colaboración entre humanos y máquinas
La IA no debe ser vista como una amenaza que reemplazará a los seres humanos, sino como una herramienta que puede colaborar con nosotros. La colaboración entre humanos y máquinas puede llevar a resultados más efectivos y beneficiosos para la sociedad en general. Es importante recordar que los principios de los algoritmos de aprendizaje profundo que utilizamos hoy en día se basan en investigaciones neurocientíficas que se remontan a más de 60 años. Por lo tanto, la colaboración entre humanos y máquinas representa un retorno a los fundamentos de nuestro campo.
3. Considerar las implicaciones éticas y sociales
La IA tiene el potencial de transformar nuestras vidas de muchas maneras, pero también plantea desafíos éticos y sociales. Es fundamental que consideremos cuidadosamente las implicaciones de la IA en términos de privacidad, seguridad, desigualdad y otros aspectos importantes. Al hacerlo, podemos garantizar que la IA se desarrolle de manera responsable y en beneficio de toda la sociedad.
En resumen, la IA tiene un gran potencial para impulsar el progreso en diversas industrias. Sin embargo, es esencial que nos aseguremos de que esté guiada por preocupaciones humanas y que se desarrolle de manera ética y responsable. Solo así podremos aprovechar al máximo los beneficios de esta tecnología y evitar posibles consecuencias negativas.
Fuente del artículo: NY Times