¿Alguna vez te has detenido a pensar en lo que significa “trabajar en algo que importe”? Puede que esta frase suene familiar, pero ¿realmente comprendemos la profundidad de la importancia que le damos a nuestras acciones diarias?

En un mundo donde constantemente se nos anima a buscar un propósito significativo en nuestras labores, a menudo nos encontramos con un dilema: la subjetividad de lo que consideramos que “importa”. Lo que para algunos puede ser esencial, para otros puede carecer por completo de relevancia.

La interpretación de lo que “importa” varía enormemente de una persona a otra. Para algunos, significa ayudar a otros a encontrar empleo, mientras que para otros implica la creación de juegos para el entretenimiento de las personas. Existen quienes se preocupan por el medio ambiente, aquellos que desean influir en el gobierno, y otros que valoran el arte. ¿Quién puede afirmar que una causa es más importante que otra?

Equivocadamente, al decir “trabaja en algo que importe” estamos insinuando que lo que otros realizan, especialmente si difiere de nuestra opinión subjetiva sobre lo que “importa”, carece de relevancia. Aunque no sea esa nuestra intención, el mensaje puede transmitirse de esa manera.

Es esencial recordar que la mayoría de las personas actúan con buenas intenciones, buscando simplemente llevar una vida plena y satisfactoria. ¿Por qué entonces añadir una carga de culpa innecesaria a nuestras vidas? Esta actitud, lejos de ser motivadora, resulta condescendiente e incluso carente de humildad.

La posibilidad de elegir trabajar en algo significativo, sea lo que sea que eso signifique para cada uno, es un privilegio. Este privilegio va más allá de cuestiones raciales, sociales o económicas, también puede ser el privilegio de tener habilidades que permitan tomar decisiones, o simplemente el privilegio de conocer nuestras metas profesionales.

Cuando escuchamos “trabaja en algo que importe”, podemos interpretar dos cosas: 1) “trabaja en algo con un alto impacto” o 2) “trabaja en algo que contribuya a tu entorno”. En ocasiones nos referimos a uno de estos puntos, en otras ocasiones a ambos. Sin embargo, incluso así, ¿por qué limitarnos? ¿Por qué no considerar todas las posibilidades?

Es importante comprender que existen diversas maneras de cambiar el mundo y que no todos están destinados a cambiarlo en su totalidad. En lugar de centrarnos en grandes gestos grandilocuentes, ¿qué tal si nos enfocamos en pequeños actos de bondad hacia nuestro entorno inmediato? Si todos contribuimos de esa manera, ¡podremos cambiar el mundo juntos, paso a paso!

En conclusión, la importancia de nuestras acciones reside en la autenticidad con la que las realizamos y en el impacto positivo que puedan tener en nuestro entorno. Cada esfuerzo, por mínimo que parezca, puede marcar la diferencia en la vida de quienes nos rodean. Al final del día, lo que realmente “importa” es la intención detrás de nuestras acciones y el bienestar que generamos en nuestro entorno.

Source: Medium