En el mundo laboral, la construcción y desarrollo de equipos de trabajo son fundamentales para alcanzar los objetivos y metas propuestas. En este sentido, es común encontrarse con diferentes etapas identificadas en el proceso de formación de grupos, como las famosas etapas de Formación, Tormenta, Normalización y Desempeño propuestas por Tuckman. Sin embargo, ¿qué sucede cuando el trabajo en equipo llega a su fin o deja de ser relevante para la organización?
Recientemente, se ha destacado la importancia de la quinta etapa propuesta por Tuckman: la etapa de “Disolución” o “Luto”. Esta fase se presenta cuando el equipo ha alcanzado su objetivo o cuando este ya no es válido debido a cambios en la organización o prioridades. Es en este momento que los miembros del equipo experimentan una serie de emociones y desafíos que deben ser abordados de manera adecuada para facilitar la transición hacia nuevos equipos o proyectos.
Es común que, ante la disolución de un equipo, los integrantes experimenten sentimientos de pérdida y nostalgia, dado que han compartido experiencias y trabajado juntos durante un periodo significativo de tiempo. En muchas ocasiones, las decisiones de disolver un equipo vienen acompañadas de cambios en la empresa o en las estrategias organizacionales, lo que puede generar incertidumbre y resistencia al cambio en los miembros del equipo.
Para gestionar de manera efectiva esta transición, resulta clave implementar estrategias que permitan a los miembros del equipo despedirse de manera adecuada, promoviendo un cierre positivo y constructivo que facilite la creación de nuevos equipos en el futuro. Una práctica recomendada es la realización de reuniones de “Disolución de Equipos” o “Luto”, en las cuales los integrantes tienen la oportunidad de reflexionar sobre su experiencia en el equipo, identificar las lecciones aprendidas y compartir las mejores prácticas que puedan ser útiles en sus futuros proyectos o equipos de trabajo.
Estas reuniones de despedida no solo permiten preservar el espíritu de equipo y la cultura organizacional, sino que también facilitan el proceso de adaptación a los cambios y contribuyen a mitigar las emociones negativas asociadas con la transición. Al brindar un espacio para la expresión de sentimientos y reflexiones, se favorece la aceptación del cambio y se sientan las bases para la construcción de nuevos equipos con una mentalidad abierta y colaborativa.
Además, las reuniones de “Disolución de Equipos” pueden ser aprovechadas para identificar y documentar las prácticas exitosas, los retos superados y las lecciones aprendidas durante la colaboración en el equipo. Esta recopilación de información y conocimientos puede servir como punto de partida para los nuevos equipos, permitiéndoles construir sobre las bases establecidas y evitar posibles errores o conflictos en el futuro.
En definitiva, reconocer la importancia de la etapa de “Disolución” en el desarrollo de equipos de trabajo es fundamental para promover transiciones efectivas y construir una cultura organizacional sólida y resiliente. Al brindar a los equipos el espacio y el tiempo necesario para despedirse adecuadamente, se fomenta la integración de nuevas experiencias y se sientan las bases para un futuro trabajo colaborativo y exitoso.
Source: Medium