En el mundo eclesiástico, tradicionalmente se ha otorgado una gran importancia a la visión. Sin embargo, algunos plantean que esta obsesión por la visión puede ser excesiva y que la acción efectiva es lo que realmente marca la diferencia en el funcionamiento de una iglesia.
Si bien es cierto que la visión es un elemento importante en cualquier organización, ya sea una iglesia o una empresa, concentrarse únicamente en la conceptualización de un futuro deseado puede resultar contraproducente si no va acompañado de una acción decidida para lograr dicho objetivo.
Se suele pensar que tener una visión clara es el primer paso hacia el éxito, y si bien esto puede ser cierto en ciertos aspectos, no se puede subestimar el poder de la acción para llevar a cabo esa visión. En muchas ocasiones, la ejecución eficaz de un plan es lo que marca la diferencia entre el éxito y el fracaso de un proyecto, más allá de lo grandiosa que sea la visión inicial.
Es cierto que textos bíblicos como Proverbios 29:18 resaltan la importancia de la visión, pero también es importante recordar que la fe sin obras está muerta. Es decir, la visión sin acción concreta puede resultar estéril. Es por eso que se hace necesario equilibrar la planificación estratégica con la ejecución efectiva en el ámbito eclesiástico.
Los líderes eclesiásticos, al igual que los líderes empresariales, deben ser capaces de no solo idear grandes planes y visiones, sino también de trabajar arduamente para llevar a cabo esas visiones. La disciplina, el compromiso y la acción son elementos esenciales que complementan la visión y la hacen tangible y efectiva en el mundo real.
Es importante recordar que la esencia de la labor eclesiástica radica en el servicio a los demás y en la difusión del mensaje de amor y esperanza que promueve el evangelio. Si bien tener una visión clara puede guiar los pasos de una iglesia, es la acción concreta y el servicio desinteresado lo que realmente impacta y transforma vidas en la comunidad.
En resumen, la visión es un elemento fundamental en la planificación estratégica de una iglesia, pero la acción es el motor que impulsa dicha visión hacia la realización de los propósitos divinos. Es importante, por tanto, no quedarse solo en la planificación y la conceptualización, sino pasar a la acción efectiva para marcar la diferencia y transformar vidas de manera positiva en el entorno eclesiástico y más allá.
Source: Medium