En el mundo de los negocios y el liderazgo, es fundamental reconocer el impacto que tenemos en las personas que nos rodean. ¿Promovemos su crecimiento y desarrollo, o tendemos a limitar sus capacidades? La obra “Multipliers” de Liz Wiseman plantea dos perfiles de líderes: los multiplicadores y los disminuidores.
El disminuidor tiende a acaparar el conocimiento y las decisiones, creyendo que sin su intervención las cosas no saldrán adelante. Este estilo de liderazgo puede generar un ambiente tenso y limitante, donde las personas se sienten subutilizadas y con poca autonomía. Por otro lado, el multiplicador es aquel que atrae talento, fomenta un ambiente de trabajo colaborativo y permite que cada individuo alcance su máximo potencial.
Identificar si tenemos tendencias más hacia un estilo u otro puede ser el primer paso para mejorar como líderes. Es importante observar cómo interactuamos con nuestro equipo, si les brindamos la oportunidad de crecer y aprender, o si, por el contrario, limitamos su desarrollo. Reconocer nuestras propias fallas y estar abiertos a corregirlas es fundamental para convertirnos en multiplicadores efectivos.
Crear un ambiente de aprendizaje donde se valore el esfuerzo y la capacidad de aprender de los errores es clave en el desarrollo de un equipo sólido. Permitir que las personas se equivoquen, pero al mismo tiempo, exigirles que aprendan de sus fallos, es parte de un intercambio justo y constructivo.
Como líderes, también debemos estar dispuestos a aceptar nuestros propios errores y no temer a los desafíos. Generar un clima de confianza y apoyo, en el que se fomente el crecimiento personal y profesional, es una tarea constante que nos permitirá convertir nuestro departamento en un lugar donde las personas no solo trabajen, sino donde también crezcan.
Si te identificaste con tendencias más hacia el estilo de un disminuidor, no te preocupes. Siempre es posible cambiar y mejorar. La clave está en estar dispuestos a aprender, a escuchar a nuestro equipo y a confiar en sus capacidades. Pequeños cambios en nuestra forma de liderar pueden tener un impacto significativo en el desarrollo y el rendimiento de nuestro equipo.
En resumen, ser un multiplicador implica ser un catalizador de talento y crecimiento, mientras que ser un disminuidor limita las capacidades y el potencial de las personas que nos rodean. ¿Qué tipo de líder quieres ser?
Conviértete en un multiplicador, potencia el talento de tu equipo y fomenta un ambiente de trabajo donde todos tengan la oportunidad de crecer y aprender. Tu influencia como líder puede marcar la diferencia en el desarrollo y el éxito de tu equipo y tu organización en su conjunto.
Recuerda, un verdadero líder no solo busca brillar por sí mismo, sino que ilumina el camino para que otros también puedan brillar. ¡Conviértete en un multiplicador y haz crecer a quienes te rodean!
Source: Medium