Convertirse en un gerente puede ser un objetivo deseado para muchos, ya que implica la oportunidad de implementar ideas y cambios en un equipo o una organización. Sin embargo, este proceso puede llevar a enfrentarse a una paradoja interesante: ¿cómo equilibrar la realización de tareas a tu manera con la escucha y consideración de las ideas de tu equipo?
Al ascender a un rol gerencial, es común experimentar un sentimiento de frustración por no poder llevar a cabo las cosas de la manera en que uno cree que deberían ser hechas. A menudo, se tiene una visión clara de cómo mejorar procesos, implementar tecnologías o cambiar enfoques, pero la resistencia de los superiores a escuchar estas ideas puede generar un deseo de hacer las cosas de forma diferente cuando se tenga la oportunidad de liderar.
Sin embargo, al llegar tu momento de liderar, surge el dilema: ¿deberías imponer tus propias ideas o escuchar y considerar las perspectivas de tu equipo? Esta dualidad plantea la pregunta sobre el verdadero propósito de asumir un rol de liderazgo: ¿es para imponer tu visión o para colaborar con otros en la búsqueda de soluciones?
El artículo menciona una analogía interesante sobre correr largas distancias. Al recordar su experiencia personal, el autor resalta la importancia de no rendirse ante los obstáculos y de saber comunicar efectivamente las ideas y propuestas. De esta forma, se destaca que la clave para implementar cambios efectivos radica en la capacidad de respaldar argumentos con evidencia, investigar a fondo, y definir claramente los problemas y oportunidades de negocio.
Un buen gerente no solo busca convencer a su equipo sobre las decisiones acertadas a través de una presentación sólida, sino que también reconoce la importancia de escuchar activamente. La habilidad de definir los problemas de manera clara para el equipo, fomentar un ambiente de colaboración y desarrollo, y romper con patrones de mal manejo, son características esenciales de un liderazgo efectivo.
En conclusión, la paradoja del buen gerente no radica en la contradicción entre hacer las cosas a tu manera o escuchar a otros, sino en la capacidad de combinar ambas estrategias de manera equilibrada. Al mantener la comunicación abierta, fomentar un ambiente de confianza y colaboración, y priorizar el bienestar y el desarrollo de todo el equipo, un líder puede lograr cambios significativos y positivos en su organización.
En resumen, asumir un rol de liderazgo no implica imponer ideas, sino trabajar en conjunto con el equipo para alcanzar los objetivos de manera eficaz y colaborativa. Entender y aplicar esta premisa puede marcar la diferencia entre un gerente mediocre y un líder excepcional.
Source: Medium