El estatus siempre ha sido una parte esencial de nuestros instintos animales. Es el primer y más antiguo juego que hemos estado jugando. Hasta el día de hoy, seguimos luchando constantemente y buscando el estatus. Los motivos de la exploración y colonización europea en el Nuevo Mundo eran: Dios, oro y gloria. Esto se traduce en envidia, lujuria y un deseo de honor en la era moderna. El estatus está grabado en la mente humana desde el nacimiento pero también se encuentra en la naturaleza. Desde primates hasta plantas, el juego del estatus está incrustado en la estructura de la creación. Nuestro cerebro es una unidad de procesamiento de información; recopila datos del mundo externo y los comprime en paquetes simples. Por ejemplo, el cerebro utiliza la categorización para agrupar las cosas en compartimentos, lo que facilita su comprensión y minimiza el gasto de energía. El cerebro es hábil en la creación de jerarquías y estructuras para organizar personas, cosas e ideas. El uso de jerarquías por parte del cerebro crea el estatus social. Por eso a los humanos les encanta compararse con otros, ver a otros fallar, etc. Las jerarquías son la forma en que la vida se organiza a sí misma y proporciona un sentido de orden en el mundo. Sin ellas, reinaría el caos y la confusión. La naturaleza utiliza dosis saludables de organización jerárquica para mantener el orden. Sin embargo, a los humanos les gusta tomar el orden natural y corromperlo para su propio uso. Los humanos constantemente intentan hacer encajar la naturaleza en ellos mismos en lugar de encajar en la naturaleza. Por eso siempre nos gusta vernos en la cima, incluso hasta el punto en que perjudica a otros. No soportamos estar en la parte inferior de ninguna jerarquía, ya que nuestro instinto es ser mejor que otro para reproducirnos, ya sea dinero, popularidad, sabiduría, honor, etc. Deseamos estar en lo más alto. Sin embargo, hay un inconveniente, el juego del estatus debe estar conectado a Wi-Fi. En otras palabras, el estatus se crea a partir de nuestras interacciones locales: nuestro círculo cercano de amigos, familiares y colegas. Nunca pensaríamos en compararnos con Bill Gates o Beyoncé. Esto está fuera de nuestro mundo. En cambio, nos comparamos con personas como hermanos, amigos de la escuela, la persona del trabajo o la persona que acabamos de conocer. El estatus es necesario, pero debe tomarse con moderación. Por ejemplo, la relación entre un maestro y un estudiante es una forma beneficiosa de estatus. Jugar este juego no es bueno para nuestra salud social, emocional y física. Realmente, nunca termina. Destruye relaciones, sueños, personas, etc. Alejándonos de la belleza que la vida tiene para ofrecer. Podemos optar por jugar juegos de infinito o no entrar en el juego. Jugar juegos de infinito en nuestras vidas implica adoptar una mentalidad de crecimiento continuo y aprendizaje permanente. Significa enfocarse en el viaje en lugar del destino y estar dispuesto a ser mejor de lo que eras antes. Recuerda estas dos citas: “La única jugada ganadora es no jugar” “No te compares con otras personas; compárate contigo mismo de ayer.”

Source: Medium