La idea de la mayordomía ha existido a lo largo de la historia y ha sido abordada desde diversas perspectivas. En un sentido fundamental, ser un mayordomo implica mucho más que simplemente administrar recursos materiales; implica ser un administrador responsable, fiel y rendir cuentas por las tareas encomendadas.
1. Responsabilidad:
Un mayordomo asume una seria responsabilidad de parte de su dueño. La autoridad le es concedida por el maestro para administrar la propiedad mientras este está ausente. Esta responsabilidad está estrechamente ligada a la visión que se tenga. ¿Cuál es tu visión? ¿Tienes una visión clara que defina tus responsabilidades y, por ende, dicte las tareas que debes considerar?
2. Fidelidad:
Un mayordomo sabe que está encargado de algo que pertenece al propietario. La fidelidad es una virtud que está disminuyendo en la cultura actual. En ocasiones confundimos lealtad con fidelidad. La lealtad se da porque se ha recibido algo anteriormente, mientras que la fidelidad va más allá; no se basa en experiencias pasadas. Como mayordomo, se espera que seas y permanezcas fiel. En tiempos del Antiguo Testamento, un mayordomo sorprendido en infidelidad podía enfrentar prisión o incluso la muerte.
3. Rendir Cuentas:
Un mayordomo debe dar cuentas de todas sus acciones. Cuando el dueño regresa, se le pedirá al mayordomo que presente un inventario detallado de los bienes de la propiedad a su cargo. No hay forma de ocultar o robar ningún artículo. Nuevamente, si es sorprendido siendo infiel, será castigado.
4. Privilegio:
Un mayordomo también es un “socio” del propietario, al menos temporalmente. Y eso es un privilegio. Se encarga de la propiedad como si fuera suya, disfrutando de todas las comodidades que esta ofrece. Solo si el mayordomo ve esto como un privilegio y no como un derecho, administrará sus tareas con gran responsabilidad, fidelidad y rendición de cuentas. ¿Cómo administras tu vida hoy? ¿Eres un buen mayordomo?
Este texto nos hace reflexionar sobre el concepto de mayordomía y cómo deberíamos abordar nuestras responsabilidades en la vida cotidiana. Más allá de la gestión de bienes materiales, ser un buen mayordomo implica ser responsable, fiel y rendir cuentas por nuestras acciones.
La noción de la mayordomía, como se expone en el Evangelio según Lucas, nos recuerda la importancia de ser diligentes, fieles y responsables en todo lo que se nos ha confiado. Ser un buen mayordomo va más allá de administrar recursos; se trata de honrar la confianza depositada en nosotros y actuar con integridad en todas nuestras interacciones.
Source: Medium