En la escritura de 1 Juan 3:1, el apóstol Juan nos revela una de las verdades más preciosas de la Biblia: “¡Miren qué amor tan grande nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios, y eso es lo que somos!” Esta afirmación refleja la profundidad, la naturaleza y el privilegio del amor de Dios hacia nosotros, que nos llama Sus hijos y nos permite ser parte de Su familia.
El amor de Dios hacia nosotros no está condicionado por nuestro desempeño, nuestra apariencia, nuestros logros o nuestro estatus. No depende de nuestros sentimientos, circunstancias o opiniones. Su amor es incondicional, inmutable y eterno. Nos amó antes de que naciéramos, nos ama ahora y nos amará por siempre. Este amor se manifestó al enviarnos a Su Hijo, Jesucristo, para morir por nuestros pecados y brindarnos vida eterna. Nada puede separarnos de Su amor, y podemos estar seguros de ello porque Él lo ha demostrado y prometido en Su Palabra.
Ser un hijo de Dios es un gran privilegio que debemos valorar y celebrar. Ser parte de la familia de Dios y conocer Su amor incondicional es un regalo invaluable. Dios nos invita a experimentar Su amor de manera personal e íntima, a permanecer en Su amor, compartirlo con otros, crecer en él y reflejarlo en nuestras vidas. Este conocimiento nos permite caminar con confianza en nuestra fe y seguros en Su amor.
Saber que somos amados por Dios y llamados por Su nombre nos brinda confianza y seguridad en nuestra fe. Podemos confiar en Él con todo nuestro corazón, no apoyarnos en nuestro propio entendimiento, depositar nuestras cargas en Él ya que Él se preocupa por nosotros. Podemos vencer al mundo, a la carne y al diablo porque Aquel que está en nosotros es mayor que el que está en el mundo. Podemos perseverar en medio de pruebas, tribulaciones y persecuciones porque Él está con nosotros y a nuestro favor. Podemos tener esperanza en el futuro porque Él ha preparado un lugar para nosotros en Su presencia.
En resumen, el amor incondicional de nuestro Padre celestial es un regalo incomparable que transforma nuestras vidas, nos llena de propósito y nos da la seguridad de ser amados y cuidados por Dios en todo momento. Aprovechemos este regalo maravilloso, vivamos en la certeza de Su amor y dejemos que ese amor nos guíe, nos fortalezca y nos lleve a una relación más profunda con Él.
Source: Medium