En el mundo actual, muchas veces tendemos a enfocarnos en la eficiencia, es decir, en hacer las cosas de manera rápida y maximizando la producción en cada minuto de trabajo. Sin embargo, el enfoque en la efectividad puede ser la clave para lograr resultados sobresalientes tanto a nivel personal como organizacional.

De la Eficiencia a la Efectividad: Un Ejemplo

Imaginemos a Danielle, una directora, que se dio cuenta de que su departamento de TI tenía 400 personas trabajando en 100 proyectos simultáneos, lo que llevaba a la multitarea y a una baja efectividad en la finalización de proyectos.

La conversación entre Danielle y Charlie, el CIO, refleja un dilema común en muchas organizaciones. Charlie quería medir la “velocidad” de todos para asegurarse de que trabajaran arduamente, mientras que Danielle apuntaba al exceso de trabajo en progreso como el verdadero problema.

Formas de Pensar sobre la Efectividad

Para fomentar el pensamiento en efectividad, es importante plantearse preguntas como: ¿Cuáles son las tareas más importantes que puedo realizar ahora para generar los resultados más valiosos? ¿Con quién necesito colaborar para completar ese trabajo? ¿Cuáles son los resultados más significativos que realmente importan?

La efectividad nos centra en lo que realmente importa, en hacer las cosas correctas. Por otro lado, la eficiencia se enfoca en reducir el costo o el tiempo de trabajo, en hacer las cosas correctamente. Es fundamental entender esta diferencia y priorizar la efectividad antes que la eficiencia.

Comenzar con la Efectividad

La importancia de comenzar con la efectividad radica en buscar los resultados más valiosos y concentrarse en lo que realmente importa para producir resultados útiles. Cuando nos enfocamos en la eficiencia en primer lugar, corremos el riesgo de trabajar en “las cosas incorrectas, pero de manera más eficiente”, como menciona Russell Ackoff.

Es fundamental recordar que diferentes resultados requieren diferentes niveles de eficiencia. Cada equipo debe identificar qué es eficiente en su contexto para lograr los resultados deseados de manera óptima.

En resumen, la efectividad debe ser el motor que impulse nuestras acciones, permitiéndonos alcanzar logros significativos y valor agregado tanto a nivel individual como organizacional. La eficiencia, si bien importante, debe estar alineada con los objetivos de efectividad para maximizar los resultados a largo plazo.

Recordemos siempre la importancia de enfocarnos en lo que realmente importa y trabajar de manera inteligente para lograr los mejores resultados posibles.

Source: Medium